No pudo ser. La lluvia volvió a convertirse en triste protagonista de un acto que este año celebraba su 20ª edición y que había congregado en la Parroquia de Ntra. Sra. de la Luz a multitud de fieles deseosos de ver al "Amarrao" por las calles y escuchar los primeros golpes de horquilla de esta Cuaresma. Finalmente, y tras una semana soleada, el agua apareció en el peor momento posible, justo la tarde menos oportuna.
Las previsiones meteorológicas ya venían anunciando días atrás que la tarde del viernes entraría una borrasca que barrería la península y que alcanzaría Cuenca dejando incluso nieve (y además que esa borrasca sólo duraría un día, como así fue). Esas previsiones se cumplieron y la lluvia hizo acto de presencia a media tarde, cesando brevemente a eso de las 19 h. y volviendo minutos después para no abandonarnos ya hasta bien entrada la madrugada.
La Parroquia de San Antón se encontraba llena para la Misa previa, que como cada año, se celebró a las 19:15 h. y fue oficiada por el Sr. Obispo de la Diócesis, monseñor José Mª Yanguas. En la misma, contamos con la participación del Coro de la Escolanía de Ntra. Sra. de la Soledad de San Agustín, cuyas blancas voces se colaron por cada rendija de la Parroquia, finalizando con ese Miserere tan especial que empieza a ser ya muy esperado por todos este primer Viernes de Cuaresma.
Destacar que el acto estuvo presidido por nuestros Hermanos Mayores y que contamos con la presencia de la Presidenta de la Archicofradía de Paz y Caridad, Sara Robles y del Concejal del Ayuntamiento de Cuenca, Pedro José García Hidalgo.
A las 20 h. finalizaba la Santa Misa y se confirmaba que estaba lloviendo bastante. Así mismo, las previsiones no habían cambiado y se esperaba que continuase lloviendo, con lo cual este año no hubo dudas y casi de inmediato se decidía suspender el Vía Crucis por el Barrio de San Antón, y realizarlo en el interior de la Parroquia, como ya ocurrió en 2016. Así se hizo, resultando un acto igualmente solemne y además muy emotivo pues sólo había que fijarse en las caras de los hermanos para ver la decepción que había supuesto esta segunda suspensión consecutiva.
Tan sólo nos queda la esperanza y la ilusión de que el año que viene sea el definitivo y que volvamos a ver a Ntro. Padre Jesús Amarrado a la Columna por las estrechas y empinadas calles del barrio que nos acoge.
Fotografías: Ignacio Blanco
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