Cada primer Viernes de Cuaresma, la imagen de nuestro Titular recorre en Solemne Vía Crucis las estrechas y empinadas calles del barrio de San Antón, tras la celebración de una Misa.
Debido al alto numero de personas de este barrio devotas de nuestra Imagen que a causa de su maltrecho estado de salud o a su elevada edad, eran ya incapaces de acercarse a visitar a la Imagen a la Iglesia, surgió en el año 1998 este acto que, desde ese mismo momento, caló hondo en el ambiente nazareno conquense pues fue una gran cantidad de gente la que siguió, tras la Talla, el recorrido de la procesión.
Debido al alto numero de personas de este barrio devotas de nuestra Imagen que a causa de su maltrecho estado de salud o a su elevada edad, eran ya incapaces de acercarse a visitar a la Imagen a la Iglesia, surgió en el año 1998 este acto que, desde ese mismo momento, caló hondo en el ambiente nazareno conquense pues fue una gran cantidad de gente la que siguió, tras la Talla, el recorrido de la procesión.
El Vía Crucis, de carácter plenamente popular, presta un gran servicio asistencial, por tanto, a los vecinos del Barrio de San Antón. Resulta realmente conmovedor ver como, tras las ventanas de las casas del barrio, los ancianos e impedidos se santiguan al paso del Señor. Por otra parte, la gran cantidad de gente que nos arropa cada año hace que esta actividad sea cita obligada ya en el calendario cuaresmal para los amantes de la Semana Santa.
Así mismo, una de las características que hacen especial este Vía Crucis es la ausencia de acompañamiento musical durante el desfile, siendo el golpear de las horquillas contra el pavimento, las plegarias y oraciones de los fieles y el olor a cera e incienso lo que hace único este acto de Hermandad.
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